Podemos decir que las creencias son los son juicios (personales) y evaluaciones, que hacemos sobre nosotros, los demás y el mundo que nos rodea.
Además de los valores que rigen nuestra vida en un momento dado, nuestras creencias nos sirven para dar sentido y significado a nuestra experiencia y a lo que estamos viviendo. De hecho, nuestros valores están conectados a las experiencias por medio de nuestras creencias y también nuestras acciones.
Por ejemplo, si yo digo que “el éxito profesional requiere de un trabajo duro” o que “la amistad requiere dedicarle tiempo a los amigos” , estoy conectando el valor del éxito con una actividad que es el trabajo duro, y una creencia y es que sin trabajo duro, no llegará el éxito. Y el valor de la amistad con otra actividad que es dedicar tiempo a los amigos como acción y la creencia de que si no dedico tiempo a mis amigos, no vivo conforme a ese valor.
Nuestras creencias también constituyen el núcleo de nuestra motivación, que reforzarán o no, determinados comportamientos para conseguir lo que nos hemos propuesto.
De este modo y si las creencias son juicios individuales y personales, también lo es aquello que nos motiva, no siendo lo mismo para unos que para otros.
Cuando nos marcamos un objetivo, un nuevo reto profesional, o emprender un nuevo proyecto por ejemplo, es imprescindible echar un vistazo a esas creencias que nos van a motivar a lanzarnos con más o menos fuerza a su consecución, porque nuestras creencias ejercen una poderosa influencia sobre nuestra vida, moldeando, afectando e incluso determinando nuestras relaciones, nuestra creatividad e incluso nuestro nivel de felicidad y éxito personal y profesional.
Robert Dilts en su obra “El poder de la palabra”, identifica 3 áreas de creencias que nos limitan cuando nos marcamos objetivos:
1. Desesperanza, o la creencia de que el objetivo deseado no es alcanzable, independiente de cual sea nuestra capacidad de conseguirlo.
2. Impotencia, o la creencia de que el objetivo deseado es alcanzable, pero no somos capaces de lograrlo.
3. Ausencia de mérito, o la creencia de que no nos merecemos alcanzar el objetivo marcado debido a algo que no somos o no hemos hecho. Por ejemplo, si yo tengo una fuerte creencia de que el éxito requiere un trabajo duro, y siento que mi trabajo no es duro o podría hacer más de lo que hago, puedo sentir que no me merezco alcanzar el éxito.
¿Tienes un objetivo en mente? ¿Has definido en detalle ese objetivo? ¿Sientes una cuerda atada a tu cuerpo que te impide avanzar? ¿Podrías definir qué creencia en ti te está impidiendo dar esos pequeños pasos para conseguir tu objetivo?
Comenzar por identificar esas creencias que hoy te están frenando. En muchas ocasiones solo ver lo que hay detrás de la "no acción", cuando deseas tomarla, es un primer gran paso para avanzar.
#IdentidadProfesional by Cristina Recuero
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