La identidad profesional del formador del S-XXI


Desde 2008, he compaginado mi actividad en empresas con la formación en marketing digital y desde hace 8 años, la formación en competencias profesionales, liderazgo, comunicación, estrategias para equipos e identidad y marca profesional ,entre otras.

 

A mi alrededor tengo a muchos colegas que, llegados a un punto de sus carreras, desean compartir conocimientos y experiencias, abriéndose paso en el mundo de la formación para escuelas de negocios o como autónomos en la formación inCompany.

 

Hace una semanas conversábamos una muy buena colega y yo sobre los cambios que ha habido en la formación a lo largo de los últimos años. Fruto de esas reflexiones, este artículo que hoy os comparto.

 

Si la revolución digital y de la información han influido en una profesión, esta es la del formador.

 

Su papel, ligado a la transmisión de información y vistos como los depositarios del conocimiento, eran encargados de verterlo sobre los alumnos en un flujo unidireccional.

 

Esto ha dado un giro radical en nuestros días o al menos, así creo que debería ser, si lo que deseas es impactar y general cambios y aprendizajes en tu audiencia.

 

Me explico:

 

🔍 Cambio de paradigma: Ya no se trata simplemente de compartir datos y conceptos, sino de facilitar procesos de aprendizaje significativos y transformadores.

 

Se acabó eso de abrir un power point con 200 diapositivas, lanzarlas con el mejor discurso entrenado y pretender que los asistentes experimenten un solo cambio tras tu ponencia. Hoy queremos experiencias, no información.

 

🌟 Facilitador del aprendizaje: El formador debería actuar más como un guía que como un maestro. Su objetivo va dirigido a cultivar habilidades, fomentar el pensamiento crítico y promover el desarrollo personal y profesional.

 

Se convierte en un facilitador del aprendizaje, creando un entorno seguro, de confianza, enriquecedor y colaborativo donde poder explorar, experimentar y descubrir por sí mismos.

 

💡 El Poder de la interacción: La clave de esta evolución radica en la interacción. A través del diálogo y la colaboración, se crea un ambiente de aprendizaje dinámico y enriquecedor donde todos pueden contribuir y aprender unos de otros.

 

🌱 Un enfoque holístico: Esta nueva forma de entender el papel del formador abarca un enfoque más holístico del aprendizaje. Cultivar habilidades, valores y actitudes que permitan a los aprendices prosperar en un mundo cada vez más complejo y cambiante.

 

Y en este baile de aprendizajes, el facilitador se convierte en un aprendiz más. Sus experiencias y conocimientos son una mirada más que se une al conjunto de miradas y experiencias que se viven en la sala, ya sea física o virtual.

 

Tras mis formaciones siempre pienso que, si ellos aprendieron algo, más lo hice yo.

 

Los formadores de hoy deberían desempeñar un papel crucial en el cultivo de mentes curiosas, creativas y críticas, listas para enfrentar los desafíos del mañana con confianza y determinación.

 

 

Y os preguntaréis, ¿Qué habilidades necesitaría hoy desarrollar si quiero entrar en el mundo de la formación?

 

 

Aquí van algunas que considero fundamentales para quienes hoy os lanzáis a este terreno y que para mi son clave en este rol de formador – facilitador:

 

1. Comunicación efectiva: Con capacidad para transmitir de manera clara y comprensible, adaptándose al nivel de conocimiento de su audiencia.

 

2. Escucha activa: Y si importante es la transmisión, no menos lo es la escucha. No se trata solo de hablar, sino también de saber escuchar. Estar atento a las preguntas, comentarios y preocupaciones de los participantes es clave para una experiencia de aprendizaje enriquecedora.

 

Escuchar lo que se dice y también lo que no se dice. Escuchar las palabras y también el lenguaje no verbal, da claves importantísimas para entender la evolución de la formación y adaptarte a las necesidades de la audiencia.

 

3. Empatía: Entender y conectar con las necesidades y emociones de los participantes ayuda a crear un ambiente de aprendizaje seguro y colaborativo.

 

4. Flexibilidad: Los planes pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Ser capaz de adaptarse a las circunstancias y ajustar el enfoque de la formación según sea necesario es esencial.

 

5. Facilitación de grupos: Saber manejar dinámicas de grupo, fomentar la participación y resolver conflictos de manera constructiva son habilidades que mantienen el flujo de la formación.

 

6. Dominio del contenido: Obviamente, conocer bien el tema que se está enseñando es fundamental. La confianza en el conocimiento transmitido se refleja en la forma en que se imparte.

 

7. Creatividad: Sal de lo convencional. Crea una estructura que te permita moverte con libertad para crear antes y durante la formación. Mantén tus ojos e intuición abierta y date el permiso a salir de la estructura.  Marca la diferencia y atrévete a improvisar.

 

8. Gestión del tiempo: Mantener el ritmo adecuado y cumplir con los horarios planificados sin dejar de lado la profundidad del contenido es un equilibrio delicado pero importante.

 

9. Resolución de problemas: Surgirán desafíos durante la formación, desde problemas técnicos hasta preguntas difíciles. Saber cómo abordar estas situaciones de manera efectiva es clave.

 

10. Fomentar la reflexión: Da espacios para compartir en voz alta porque reflexionar y verbalizarlos es un lujo para los participantes y para el propio formador. Yo siempre tras cada bloque de contenido y dinámica de aprendizaje hago una parada para que el alumno pueda escribir un nuevo aprendizaje, una nueva oportunidad, una reflexión y la emoción que tiene en ese momento.

 

Esto le permite ordenar y al compartir, provoca la posibilidad de verse y ver otras perspectivas enriquecedoras para su propia experiencia.

 

11. Confiar en el proceso: Estos procesos de formación propician que aparezcan dudas, emociones y confusiones con las que el facilitador tendrá que lidiar, confiando así, no solo en su proceso, también en los procesos particulares de los asistentes. Entender que todo lo que sucede en sala está bien también es esencial.

 

12. Nunca, nunca te quites la gorra de aprendiz: Trabajar en la formación y facilitación de procesos de aprendizaje es todo un arte y como tal, nunca puedes darlo por aprendido ni acabado. Disfruta de este camino como si fuese el primer día y mantente despierto y activo para siempre, transmitir nuevos aprendizajes a tus alumnos o asistentes a tus talleres.

 

 ¡Y ahora si, que siga floreciendo el aprendizaje en todas sus formas! 🌸📚

 

 

Identidad Profesional by Cristina Recuero

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