Pues no, no fue, para mi sorpresa, Groucho Marx el autor de esta frase. Parece que en realidad apareció en un periódico de Nueva Zelanda en 1873, fecha en la que Marx no había nacido.
Cuando trabajo la Identidad Profesional como punto de partida para muchas de las estrategias de crecimiento profesional, tanto individual como en equipos, me encuentro que al trabajar LOS VALORES surgen conflictos entorno a los mismos.
¿Y por qué? ¿Por qué sobre algo tan cercano a la identidad, como son los valores, surgen incongruencias y discordancias entre lo que se decimos, hacemos y deseamos?
Y es que no es poco común la brecha que existe entre: valores declarados, valores reales y valores aspiracionales. En la gran mayoría de ocasiones inconsciente y que resulta una fuente de discordia interna y también externa.
Vamos por partes:
Los valores declarados son aquellos que proclamamos abiertamente como fundamentales para nuestra ética laboral y personal.
Los valores reales son los que se reflejan en nuestras acciones diarias, a menudo de manera más discreta y a veces inconsciente y no necesariamente concuerdan con los valores declarados.
Los valores aspiracionales, por último, representan las metas ideales que nos esforzamos por alcanzar en nuestra vida profesional, aquello que deseamos encarnar plenamente pero que pueden estar fuera de nuestro alcance en el momento presente.
Cuando existe una discrepancia entre los valores declarados y los valores reales, surgen consecuencias significativas.
1. Internamente, puede generarse un conflicto moral y una sensación de incoherencia personal.
2. Externamente, puede erosionar la confianza de los colegas, clientes y empleadores, lo que afecta negativamente la reputación y la credibilidad profesional.
Curiosamente, a menudo no nos hacemos conscientes de esta discrepancia hasta que no nos paramos a reflexionar sobre ello y lamentablemente son pocas las veces que nos paramos a ordenar.
Es necesario identificar las áreas en las que nuestros valores declarados y reales divergen y tomar medidas concretas para cerrar esa brecha. Esto puede implicar ajustar nuestras acciones diarias, establecer límites claros y practicar la transparencia y la honestidad en todas nuestras interacciones profesionales.
Por otro lado, vivir conforme a nuestros valores aspiracionales implica un proceso continuo de autoevaluación y autenticidad.
Una estrategia efectiva para vivir conforme a nuestros valores aspiracionales en el ámbito profesional es cultivar la conciencia y la intencionalidad en nuestras decisiones y comportamientos. Esto implica estar en sintonía con nuestros valores más profundos y alinear nuestras acciones con ellos de manera consistente.
Además, es importante cultivar un entorno de apoyo que fomente la integridad y el crecimiento personal, rodeándonos de colegas y mentores que compartan y valoren nuestros ideales éticos y profesionales.
Sin duda, la congruencia entre nuestros valores declarados, los valores reales y los valores aspiracionales es esencial para construir una carrera profesional satisfactoria y significativa.
Al vivir y trabajar de acuerdo con nuestros valores más elevados, no solo encontramos un mayor sentido de propósito y realización, sino que también inspiramos a otros a hacer lo mismo, creando un impacto positivo en nuestro entorno profesional y más allá.
Mi invitación es parar, identificar, ordenar, traducir en conductas concretas y evaluar la coherencia de tu día a día con aquello que proclamas. De otro modo, viviremos ajenos a nuestros ideales y dependientes de los ideales de nuestro entorno.
Identidad Profesional by Cristina Recuero
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