¿Cuántos síes caben en un no?


Decir "no" puede ser uno de nuestros mayores desafíos. Para muchos de nosotros, esta palabra simple se convierte en un obstáculo emocional que afecta nuestro bienestar, tanto el personal como profesional.

 

A menudo, nos encontramos en situaciones donde tememos rechazar una solicitud o expresar una opinión contraria. Pero aquí es donde entra una verdad poderosa: dentro de cada "no" hay muchos "síes" y, dentro de cada "sí", hay muchos "noes”. Y esto tan obvio es algo que la emoción en muchas ocasiones no nos deja ver y valorar.

 

¿Qué nos ocurre cuando tenemos la dificultad para decir "no"?

 

Cuando enfrentamos dificultades para decir "no", es común sentir una mezcla de emociones y creencias que nos limitan. Puede que temamos al rechazo o que sintamos que al decir "no", estamos engañando a alguien y no cumpliendo sus expectativas, repito “SUS EXPECTATIVAS”. Estos sentimientos pueden ser comunes en diferentes momentos de nuestras vidas y pueden incluir:

 

Miedo al rechazo: La idea de que, al rechazar a alguien, podríamos perder su amistad o aprobación.

Baja autoestima: A veces, no nos sentimos lo suficientemente valiosos como para priorizar nuestras propias necesidades. Y esto no necesariamente es una sensación lineal, puede venir por momentos excepcionales en nuestra vida. La autoestima no está o no está, más bien las circunstancias hacen que la tengamos más o menos estable.

Culpabilidad: Nuestro deseo de ayudar a los demás puede llevarnos a sentir culpa por no estar disponibles o por no cumplir con las expectativas ajenas.

 

Este conjunto de creencias y emociones puede crear un ciclo de sobrecarga emocional, un círculo vicioso donde nos comprometemos más allá de nuestras capacidades. Esto puede resultar en frustración, resentimiento y, en última instancia, agotamiento.

 

Dentro de cada "no", hay muchos "síes"

 

Cuando decidimos decir "no", a menudo estamos protegiendo nuestras prioridades y valores. Este "no" se convierte en un "sí" a lo que realmente importa para nosotros.

 

Por ejemplo, al rechazar una invitación a un evento social, podríamos estar diciendo "sí" a tiempo de calidad para nosotros mismos, a descansar, a estudiar o a dedicar tiempo a nuestras pasiones. Cada "no" que pronunciamos abre la puerta a nuevas oportunidades y a enfocarnos en lo que verdaderamente valoramos.

 

Imaginemos a Carlos, que es un apasionado del arte y ha estado dedicando su tiempo a una nueva pintura. Si le piden que participe en un proyecto que le robará horas valiosas de su tiempo, su "no" no solo le permite continuar con su pintura, sino que también le dice "sí" a su creatividad y a su crecimiento personal. Cada vez que decidimos priorizar nuestras necesidades, estamos construyendo una vida que se alinea más con nuestra verdadera identidad.

 

Dentro de cada "sí", hay muchos "noes"

 

Por otro lado, cuando decimos "sí" a todo, corremos el riesgo de llenar nuestra vida de compromisos que no necesariamente nos beneficiarán. Cada "sí" a una tarea o solicitud puede convertirse en un "no" a nuestras propias necesidades y deseos. ¿Cuántas veces hemos dicho "sí" a algo solo para darnos cuenta de que hemos sacrificado tiempo para lo que realmente amamos?

 

Pensemos en Laura, quien siempre dice "sí" a ayudar a sus compañeros en el trabajo, incluso cuando eso significa sacrificar su tiempo personal. A la larga, este patrón puede llevarla al agotamiento, a la insatisfacción, ya que su "sí" constante significa que está diciendo "no" a sus propias prioridades y bienestar.

 

Aquí os dejo algunos primeros pasos para gestionar la dificultad de decir "no" y que a mí me han servido y sirven en mi día a día:

 

Reflexionemos sobre nuestros límites: Tomemos un momento para identificar nuestras prioridades y límites personales. Preguntémonos: “¿Qué es lo más importante para mí en este momento?” Tener claridad sobre nuestros objetivos facilitará comunicar nuestras necesidades.

 

Practicamos el "no" en situaciones pequeñas: Comencemos a practicar decir "no" en situaciones de bajo riesgo. Esto nos ayudará a ganar confianza y a acostumbrarnos a establecer límites.

 

Utilizamos un lenguaje claro y amable: Al rechazar una solicitud, seamos directos pero amables. Frases como: “Agradezco que hayas pensado en mí, pero no puedo comprometerme en este momento” pueden ser efectivas y respetuosas. No es extraño que si no estás acostumbrado tires de la rabia para decir no.

 

No sintamos la necesidad de justificar excesivamente: No siempre es necesario ofrecer largas explicaciones al rechazar algo. Un simple “no, gracias” es suficiente.

 

Reforcemos nuestra autoestima: Es fundamental dedicar tiempo a cuidar de nosotros mismos y practicar la autocompasión. Cuanto más nos valoremos, más fácil será establecer límites saludables.

 

En definitiva, aprender a decir "no" es un viaje que compartimos y que puede ser un verdadero acto de empoderamiento. Al reconocer que dentro de cada "no" hay múltiples "síes", nos damos la oportunidad de priorizar nuestras necesidades y vivir de manera más auténtica. Del mismo modo, al ser conscientes de que un "sí" puede significar varios "noes", podemos tomar decisiones más informadas y equilibradas.

 

Al final del día, todos somos arquitectos de nuestras propias vidas, y al gestionar nuestras habilidades y aprender a decir "no", podemos construir un futuro que realmente refleje quiénes somos y cómo queremos que sea nuestra vida.

 

Identidad Profesional by Cristina Recuero

 

 

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