Hace unos días, cenando con un amigo, en un momento de la conversación y sonriendo, me soltó algo así como: “Tú, Cristina, yo sé que cuando hablo, no paras de analizarme.”
Le devolví la sonrisa y le dije que sí, que tenía razón. No con la intención de diseccionar lo que decía como si lo llevara a un gráfico, sino con el deseo sincero de entender mejor lo que me estaba contando. Porque, ¿sabes qué? Escuchar no es solo un acto de oír con los oídos; es un acto de conectar con todo lo que somos.
Siempre nos han dicho que tenemos una boca y dos orejas para escuchar más y hablar menos. Lo que no nos cuentan es que también tenemos un cuerpo entero que escucha, y escucha mucho. Si lo dejas. Si lo activas. Eso, precisamente, es la empatía.
Cuando alguien nos habla, lo hace con palabras, sí, pero también con su tono, con su mirada, con sus pausas. Y muchas veces, las palabras no bastan para entender del todo lo que siente. Las emociones se filtran a través de gestos, de posturas, de pequeños movimientos que, si estás presente, te cuentan una historia paralela. Y la única forma de captar esa historia es escuchando con el cuerpo. Porque el cuerpo entiende lo que las palabras a veces no alcanzan.
Ahí entra en juego la escucha activa, esa maravillosa habilidad de escuchar no solo lo que se dice, sino lo que no se dice. De conectar con las emociones que vibran detrás de las palabras. Y sí, va de la mano con la empatía, porque no se puede empatizar si no estás realmente escuchando.
Yo no siempre fui consciente de esto. Comencé a entrenarlo cuando me certifiqué en coaching. Y desde entonces, no he dejado de practicarlo. Se ha convertido en una parte esencial de mi trabajo y, la verdad, también de mi vida. Porque cuando estoy con mis clientes o con mis amigos, no puedo evitarlo: escucho con todo. Y eso me ayuda no solo a entender lo que dicen, sino a entender cómo lo sienten.
Y ahora, te pregunto:
¿Cómo de activo tienes tú tu cuerpo cuando escuchas?
¿Eres capaz de percibir las emociones que llegan, más allá de las palabras?
Es un ejercicio poderoso y transformador. Quizá te salga de forma innata, o quizá necesites entrenarlo, como hice yo. Pero te aseguro que, una vez lo haces, todo cambia: tus relaciones, tu forma de comunicarte, tu manera de conectar con los demás.
Porque al final, escuchar es mucho más que oír. Es entender, acompañar y estar ahí, con todo lo que eres.
Gracias por leerme. Y ahora, cuéntame: ¿cómo escuchas tú? 😊
Identidad Profesional by Cristina Recuero
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